El horario de verano es uno de esos extraños caprichos más viejos que mi abuelita. La idea de cambiar la hora empezó a dar vueltas alrededor de la Primera Guerra Mundial, con el fin de ahorrar carbón. Mientras que hoy vivimos en el mundo digital y conociendo gente a traves de las redes sociales. Quizas hoy no necesitemos cambiar de hora pero es algo que ya estamos acostumbrados.
Lo cierto es que muchos lamentan perder una hora de sueño en marzo mientras que miles se emocionan cuando llega el momento de retroceder una hora en octubre.
Este 11 de marzo se termina el horario de invierno y se tiene que adelantar la hora a las 2 de la mañana. El 4 de noviembre se termina el horario de verano y se tiene que atrasar una hora a las 2 de la mañana.
Aunque Puerto Rico se considera parte de los Estados Unidos, la isla puertorriqueña no tiene que cambiar la hora porque no le aplica el horario de verano. Tampoco le aplica a los estados de Arizona, Hawai, Samoa, Guam, islas Marianas del Norte y las islas Vírgenes estadounidenses.
Cabe recordar que el cambio de horario fue propuesto por Benjamin Franklin, según Wikipedia.
El horario de verano moderno fue propuesto por primera vez por Benjamin Franklin y posteriormente, en 1907, por William Willett. Se empleó ampliamente por primera vez en 1916, durante la Primera Guerra Mundial, para ahorrar carbón. A pesar de las controversias, muchos países lo vienen empleando desde entonces. Los detalles horarios difieren dependiendo del país y a veces son modificados.
Cabe mencionar que todos los años, el segundo domingo del mes de marzo entramos al horario de verano. Con la idea de alargar las horas de luz y ahorrar energía eléctrica.
A pesar de los orígenes de Daylight Saving Time como una estrategia de ahorro de energía, la investigación sugiere que en realidad podría estar perjudicando la causa. Un estudio de 2008 realizado en Indiana descubrió que la implementación estatal del DST, dos años antes, había impulsado el consumo total de energía en un uno por ciento. Si bien es cierto que cambiar los relojes puede ahorrar dinero a los residentes en el consumo de luz, el costo de la calefacción y el aire acondicionado tiende a subir. Esa hora extra de luz diurna solo es beneficiosa cuando las personas están dispuestas a salir de sus casa a disfrutar el aire fresco.