El próximo fin de semana los ciudadanos estadounidenses podrán disfrutar del segundo festivo federal del año 2024, porque el día lunes 19 de febrero se celebra como todos los años “El Día de los Presidentes”.
Desde el viernes hasta el lunes por la Ley de Normas Razonables de Trabajo (FLSA), todos los empleados oficiales y sus familias podrán disfrutar del descanso y la recreación, sin que esto afecte el pago de su salario pues son totalmente remunerados.
Historia del Día de los Presidentes
Históricamente, los estadounidenses comenzaron a celebrar el cumpleaños de George Washington pocos meses después de su muerte, mucho antes de que el Congreso lo declarara feriado federal. No fue hasta 1879, bajo el presidente Rutherford B. Hayes, que el cumpleaños de Washington se convirtió en un feriado legal, que se celebraría el día de su cumpleaños, el 22 de febrero.
El cumpleaños de Washington se celebró el 22 de febrero hasta bien entrado el siglo XX. En 1968, el Congreso aprobó la Ley de los lunes festivos para “proporcionar observancia anual uniforme de ciertos días festivos legales los lunes”. Al crear más fines de semana de tres días, el Congreso esperaba “aportar beneficios sustanciales a la vida espiritual y económica de la nación”.
Algunos monumentos que conmemoran a presidentes
Según el Gobierno, los estadounidenses rinden homenaje a sus presidentes de muchas maneras, aunque pocos monumentos presidenciales son tan grandes como Monte Rushmore, en las montañas de Black Hills en Dakota del Sur. El monumento distingue a cuatro presidentes por sus aportaciones a la historia del país: George Washington, por el nacimiento del país; Thomas Jefferson, por impulsar el crecimiento de la joven república; Theodore Roosevelt, por desarrollar el país y Abraham Lincoln por el mantenimiento de la Unión.
George Washington
El Monumento a Washington figura entre los monumentos más reconocidos en el mundo dedicado a un líder político. Su forma de obelisco deriva del símbolo egipcio de la estabilidad y la fuerza creativa. Su construcción comenzó en 1848 y se paralizó entre 1856 y 1876 debido a la falta de fondos y la convulsión de la Guerra Civil. El monumento, de 169 metros de altura, es la estructura de piedra más alta en el mundo, según El Nuevo Siglo.
James Garfield
El magnífico monumento al presidente James Garfield, en el Cementerio de Lake View, en Cleveland, incluye vitrales de colores y murales que muestran escenas de la vida del presidente. Un balcón en la torre permite mirar panoramas de Cleveland y el lago Erie. Garfield fue asesinado en 1881 tras apenas 200 días como presidente, según El Nuevo Siglo.
Theodore Roosevelt
Un monumento de silvestre recuerda a un presidente conocido porque disfrutaba de la vida al aire libre y por ser un conservacionista, la isla Theodore Roosevelt, en la ribera del río Potomac en Washington, contiene kilómetros de senderos para el recorrido de sus visitantes. En el centro cuenta con una plaza con una estatua de cinco metros dedicada al vigésimo sexto presidente, que ocupó el cargo de 1901 a 1909, según El Nuevo Siglo.
Franklin D. Roosevelt
Otro Roosevelt, primo quinto de Theodore, de nombre Franklin, fue elegido presidente en 1932. Franklin Delano Roosevelt dirigió a Estados Unidos durante la mayor parte de la Gran Depresión y de la Segunda Guerra Mundial. Estuvo en silla de ruedas toda su presidencia, luego de contraer la poliomielitis a los 39 años de edad. Su monumento en Washington es el primer monumento presidencial diseñado para ser accesible en silla de ruedas. El video de arriba, que permite una vista de 360 grados del monumento a FDR, también subraya otras características de las personas con discapacidades, según El Nuevo Siglo.
John F. Kennedy
Una llama eterna sirve como recordatorio en la tumba de John F. Kennedy en el Cementerio Nacional de Arlington, donde están enterrados los hombres y mujeres que sirvieron en las Fuerzas Armadas de Estados Unidos. El presidente había visitado y admirado la pacífica atmósfera en esa particular ladera pocos meses antes de su asesinato en noviembre de 1963. La llama eterna fue una solicitud de la viuda de Kennedy, Jacqueline Kennedy, que eligió el lugar públicamente accesible diciendo que “él le pertenece al pueblo”, según El Nuevo Siglo.