Tras un mal tramo final en la Liga Española en el que regaló la competición al Real Madrid, al Barcelona le quedaba su última bala en la Champions League. Sobre el papel, jugando en el Camp Nou contra un rival que ha terminado séptimo en la Serie A, no debía tener ningún problema.
Pero este equipo poco se parece al que nos ha enamorado en los últimos 15 años y sólo los fogonazos de Messi nos recuerdan a tiempos pasados.
El 1 a 1 de la ida tampoco invitaba al optimismo. Así que el Barcelona saltó al Camp Nou con bastantes dudas. Setién, aunque en rueda de prensa dijo que no pensaba que podía ser su último partido si perdía, sabía que un nuevo ridículo europeo le acercaba a la destitución.
El técnico del Barcelona, con numerosas bajas, como Umtiti y Dembélé por lesión y Arturo Vidal y Busquets por sanción, sólo tenía disponibles 13 jugadores del primer equipo para el partido. Sin embargo, el once que presentó en el Camp Nou sorprendió a muchos fanáticos “culés”.
Setién fue muy conservador y dejó en el banquillo las dos grandes sorpresas positivas de esta temporada: Riqui Puig y Ansu Fati. En cambio, Rakitic y Griezmann, dos de los hombres más discutidos esta temporada, sí fueron incluidos en el once inicial.
Susto inicial que dio paso al festival de Messi en la primera parte
Los primeros 10 minutos fueron un asedio constante del Nápoles. El Barcelona salió temeroso, el conjunto italiano le quitó la posesión de balón y los azulgranas sufrían mucho. En el minuto 2, un mal rechace de Piqué a punto estuvo de ser aprovechado por Mertens. El belga enganchó mal su disparo, pero casi sorprende a Ter Stegen al tocar en la cruceta.
Afortunadamente, uno de los héroes silenciosos de esta temporada, cada vez más afianzado en el once del equipo, Clément Lenglet, se encargó de revivir viejos fantasmas en Europa cuando en el minuto 10 conectó un gran testarazo después de un muy buen córner botado por Rakitic. El Nápoles reclamó falta previa en el remate, pero no lo interpretó así Çakir.
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Despertaban los catalanes, que recuperaban la posesión y se reencontraban con su esencia. Quien lideraba al equipo era, como no, Leo Messi. En el minuto 23, el argentino nos regaló una jugada marca de la casa. Recibió en banda derecha, amagó, se fue de sus defensores con caída incluida, se reincorporó y de nuevo cayéndose al suelo disparó con rosca al palo largo de David Ospina. Un tremendo golazo.
El recital de Messi continuó y a punto estuvo de anotar un gran doblete. De Jong le puso un centro medido con el exterior de la bota, el argentino controló a la perfección con el pecho y definió con sutileza ante Ospina. Çakir, tras unos minutos de duda, señaló que el capitán del Barcelona había tocado el balón con la mano. Viendo la repetición a cámara lenta, cuesta apreciar el contacto.
Seguía Messi inspirado y poco antes del descanso, en el 41, tras una muy buena presión ante Koulibaly consiguió robarle el balón al francés. Cuando el defensa armó la pierna para rechazar la pelota ya era demasiado tarde. Contactó con la pierna del argentino. El penalti fue claro. Messi, un poco tocado por el golpe, cedió el honor a Suárez, que no falló.
La sensación era que con 25-30 minutos de inspiración del Barcelona, el equipo había tenido suficiente para sentenciar la eliminatoria. No obstante, el partido se complicó un poco tras un penal de Rakitic a Mertens, que Insigne transformó. 3 a 1.
Segundo tiempo más relajado con el Barcelona tomando menos riesgos
La segunda parte fue mucho más tranquila, con los azulgranas intentando adormecer el encuentro a través de la posesión. No sufría mucho el Barcelona, que no quería conceder un gol que volviera a meter en la eliminatoria al Nápoles.
A pesar de las precauciones tomadas, los cambios de los italianos fueron sinónimo de peligro y en los últimos minutos los de Setién vieron las orejas al lobo pero la sangre no llegó al río. En el 80, un cabezazo de Elmas acabó en gol anulado por fuera de juego y en el 85, el “Chucky” Lozano remató al palo. Ambos fueron sustos, pero el Barcelona pudo atar el partido.
Los catalanes ya están en cuartos de final después de un notable partido en el que la inspiración de Messi durante media hora fue suficiente para pasar. Frente al Bayern de Munich, la historia será otra. De momento, objetivo Lisboa conseguido.
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